Un amplio paisaje que va de los corrales a las llanuras, se extiende desde el silencio que se ve como una intrasubjetividad puesta en escena en los grupos pequeños. Esta vinculación tiene una urdimbre semejante a las conexiones del transporte público urbano. Allí, las personas, los árboles y las plantas tienen la certidumbre de estadísticas en sus desplazamientos, tal como la proliferación de olas en la corriente que pasa a la izquierda del malecón, en el sector de la roca de los suicidas y los soñadores de atardecer. Paisajes inventados como experiencia sin memoria ni deseo. Borrador que puede llevar a otras orillas con el riesgo de distintas miradas, observadoras y precursoras de la fragilidad.[1]

Carlos Cociña

Desde hace mucho tiempo es posible recoger variadas interpretaciones sobre la geografía de Chile, más específicamente sobre esa que lleva el nombre de “depresión intermedia”.

La “depresión intermedia” es un espacio ininterrumpido que refleja un extenso valle longitudinal. Sobre este lugar en el último año se han presentado prometedoras ideologías políticas, demandas ciudadanas y nuevas costumbres. En la depresión intermedia, por el norte, tiene cabida el desarrollo minero y comercial, mientras que por el sur somos testigos del crecimiento agroindustrial. Al mismo tiempo, dentro de estos valles se concentra, en promedio, la mayor densidad demográfica del país. Así, este lugar amalgama diferentes situaciones socio-políticas que expanden las desigualdades en las que el Estado –y todo lo que está bajo su gobierno– administra y amplía una idea de nación específica sobre ciudades y pueblos tan disímiles y fraccionados culturalmente entre sí. Una especie de inmensidad territorial aún inexplorada que concentra heterogéneos esquemas de vida, y que nos enfrenta a diversas imágenes que van desde las manifestaciones de las tribus urbanas hasta los nuevos reconocimientos indígenas, por nombrar algunos ejemplos.

Por otro lado, pensar en otras definiciones sobre esta depresión intermedia requiere analizar a Chile y su cultura a partir de las condiciones geográficas que nos ofrece su abrupto paisaje. Esto último puede ser comprendido como un razonamiento crítico que nos propone la práctica curatorial, pero que en realidad plantea -en el marco de un proyecto de arte contemporáneo- cómo la geografía influye sistemáticamente en los matices que nos presenta la cultura visual de estos lugares en conjunto con sus narrativas.

Si bien es posible encontrar una amplia literatura que habla de Chile y su geografía, muy poco de estas investigaciones recoge el quehacer tanto de la práctica artística como de otras que citen de forma enfática su “sociografía”. Es evidente que representar gráficamente los fenómenos de ciertos grupos étnicos, las relaciones y fisuras de las instituciones, los riesgos de la política y las tendencias urbanas implica abarcar una simbología multicultural. Es por ello que en este caso verificar la sociografía de este lugar se convierte en un instrumento de inscripción de los territorios políticos además de esos otros límites, dialectos y estéticas que paradójicamente están concentrados en el espacio bautizado como depresión intermedia.

Muchos entre los cientos de miles de habitantes de esta zona deben coincidir en que el poder de nuestra geografía excede incluso al de aquellas ideas creadas por los políticos para dicho contexto. Cierto o no, al recorrerla a través de sus vertiginosas carreteras, llama la atención como sus valles van segregando y cortando la abrupta topografía que inevitablemente condiciona y regula nuestro hábitat. Pensar en la extensión geográfica de Chile me invita a repensar la dominación cultural del centralismo santiaguino, que solo comparte con una mínima parte de esta depresión intermedia. Este aspecto genera diversas controversias, ya que Santiago y su modelo cultural juegan desde una lógica que no reconoce la legitimidad del resto de los territorios del país.

Ante estas crónicas de la depresión intermedia, me parecía drástico crear una curaduría que llevara el nombre de #DepresionesIntermedias capaz de reflejar la diversidad de espacios que concentran las acciones de escritores, artistas visuales, fotógrafos, performers y pintores. Como si al evidenciar sus trabajos yo como curador asumiera que sus acciones son “actos intermedios” de representación de un país fracturado, gestos que en ningún momento buscan unificar criterios para estudiar lo que ocurre dentro de su cultura contemporánea. Esos “actos intermedios” han sido realizados, producidos y confeccionados, y a su vez silenciados, censurados y tergiversados. No obstante, frente a treinta y cinco propuestas que en su conjunto son debate y desacuerdo, articulamos un proyecto que rodea las denominaciones de esta geografía uniendo antecedentes sobre su mística, geopolítica y folclore; y que refleja a más de una docena de puntos urbanos y rurales tanto del norte como del sur del país.

Chile va desarticulando sus campos, esos que han sido expuestos como simples crónicas cartográficas. Datos que nos plantean severos retos que incluso van de la mano con la anulación de otras posturas y pensamientos. Aquí los valles transversales erigen nuevas concepciones del medio ambiente, lo sobrenatural, de la tierra y sus variadas formas de vida, de esa diversidad humana y -por supuesto- de la racionalidad e incoherencia de sus costumbres, y finalmente también de las interrelaciones entre todas éstas.

En #DepresionesIntermedias, los razonamientos que refleja la conciencia de este país están ligados a aquellos lugares en los que la gente se da cuenta de la existencia de sus entornos: de sus pueblos subyugados a las transnacionales y de la búsqueda una patria que los reúna entre sí. La inmensa variedad que observamos entre los paisajes, los determinantes económicos y tecnológicos exponen tanto la desigualdad racial como la proliferación de una nueva forma de entender este territorio. Por tanto, y de acuerdo con esta perspectiva, una vez más el orden de los entornos y contornos de este país están insertos en sus costumbres y hábitos, en la conformidad, la imitación, los prejuicios, la censura y la superstición. En otras palabras, #DepresionesIntermedias enmarca las realidades colectivas concretas de diversas situaciones dentro de los contextos sociales tras cada propuesta-acción creada por los artistas convocados. Ahí es donde subyace el argumento de está puesta en escena, expresada de manera concreta en rituales, artefactos, discursos y también en paisajes distintivos. Todos estos son elementos útiles como guía a través de la exposición, pues nos introducen en un espacio reflexivo que sugiere el análisis crítico de gran parte del territorio de Chile continental.

 


  1. A veces cubierto por las aguas (1999 – 2001) publicado en 2003 en www.poesiacero.cl