“El trabajo esencial de la política es la configuración de su propio espacio. Es hacer ver el mundo de sus sujetos y sus operaciones. La esencia de la política es la manifestación del disenso, como presencia de dos mundos en uno solo.”

Jacques Ranciere

El régimen del arte presenta actos sensibles e incalculables en el accionar actual de los artistas. La mayor parte del tiempo vemos en las propuestas de estos creadores, tramas que declinan hacia una consecuencia política más allá de la estética. Porque, como supone Ranciere: el arte es político porque muestra los estigmas de la dominación, o bien porque pone en ridículo los íconos reinantes, o incluso porque sale de los lugares que le son propios para transformarse en práctica social.

Pero, estos asuntos admitidos como propios del proceso de creación artística, repercuten en las formas en como visualizamos el arte y su actuar político.

Con esta premisa se instaura un cuerpo de investigación que, por un lado, sitúa lo qué es político y por otro, el análisis del contenido estético. ¿Qué ensayo o crónica contingente estudiaríamos hoy? ¿Quién se encargaría de dilucidar esta reflexión? ¿Qué es (lo) político, acaso es el proceso de creación, una exposición ó las obras por si mismas?

Cuando un artista expone, sentencia la disposición con la que observamos los objetos y las operaciones artísticas. También nos repasa un argumento que apunta hacia su perspectiva ética. Sin embargo, son escasos los relatos anexados para el estudio de lo eminentemente político en el arte. Y bajo esta curatoría, se pretende abarcar un instante que designe lo que entendemos por arte político o qué es lo político en el arte.

El arte posee una sensibilidad y acción política; aunque éste es, por lo general, un argumento que no establece su verdadero significado. Y, posiblemente, es un cuestionamiento que aparece cuando designamos con la frase arte político a ciertas obras que presentan hechos concretos e históricos, impregnados con literales y extremistas análisis ideológicos que, por cierto, afectan el raciocinio que difunde el arte como una acción inherentemente política. Varios artistas visuales chilenos han reutilizado groseramente el concepto para un arte político pero ante una precaria implicancia conceptual. Y este aspecto me lleva a recordar lo expresado por Thomas Hirschhorn, sobre el arte político. Él infirió, bajo el proyecto Dislocación, que para hacer arte político la principal estrategia era simplemente, comprometerse con el arte que uno hace. Entonces, la mala jugada perpetrada por algunos artistas chilenos demuestra que en este país, al arte le faltaría un compromiso con lo político, carecería de un ideario ideológico y expresaría una carencia metodológica que, comprenda la producción y la posición del arte en la sociedad, ya que no sólo necesitamos estudiar al arte desde un rincón estético.

Aquí, el proyecto curatorial consta de dos acciones. Por un lado, contamos con la narración del curador y por el otro vemos los roles de los artistas en él. Pero, asimismo, la curatoría establece una discutible plataforma que analiza las acciones de los artistas, remarcando su contenido estético y político.

Rodrigo Araya, Nicolás Rupcich y Alejandra Prieto han dilucidado, desde Súbita_Política, una manifestación política, un lugar que difunde instantes, contenidos y conceptos de lo que ocurre con algunas propuestas de arte contemporáneo en Chile. Un Chile que desea alejarse de los márgenes metropolitanos. Un Chile que frecuenta las características históricas, culturales y políticas desde Arica a Tierra del Fuego. Asimismo, Súbita_Política es, en el exterior, un enjambre argumentativo que presenta las obras entre el imprevisto y la suspicacia de lo que ocurre con nuestra nación, territorio y nacionalidad. Por lo tanto, la exposición interroga a esas formas simbólicas que dialogan con los criterios de lo eminentemente político: ideología, mercado y cultura.

Porque lo político del arte o los aspectos del arte político remarcaran insoslayablemente un Chile dispar, adormecido y desconocido. Por momentos un país convencional, pero cargado de ilusiones grandilocuentes y cada vez más contaminado e insidioso, asunto que los extranjeros aún no han podido ver.

Pero así como se exhibe, también nos involucrarnos con la difusión internacional del arte contemporáneo. Así, advertimos que la información que poseen en el exterior, de la escena actual del arte, es más bien limitada y sesgada. Por lo que, proponer un circuito de exposiciones, tanto con artistas emergentes como consagrados, abre varios expedientes sobre la producción nacional del arte contemporáneo. Y si bien, nuestra historia del arte así como, de la práctica curatorial, casi siempre ha estado más ligada a la inflexión del mercado del arte, antes que a la reflexión filosófica del mismo, sentencia en estos artistas un santiamén que además proclama las frecuencias discursivas. Y, en definitiva, hoy, estos aspectos construirían la difusión del arte contemporáneo de Chile y los márgenes para el cómo y el por qué de comprender la esencia de lo político en el arte.

De esta forma para esta curatoría no podía marginar las propuestas del artista Rodrigo Araya quién presentó cuatro obras: La orbita del superviviente (Las formas en que abarco el espacio) 2012; Los caminos olvidados (Las formas en que abarco el espacio) 2012; Radiación dorada (Las formas en que abarco el espacio) 2012; La tierra sobre la que camino me ve y tiembla (Las formas en que abarco el espacio) 2012. En estas, él investiga combinaciones de objetos de uso común, formas y situaciones que señalan momentos históricos, como también pone atención en las nimiedades de la vida moderna. Es así como a través de dislocaciones espaciales y temporales de los objetos utilizados, crea obras que se ocupan de la relación entre el objeto y el espacio. Estas manipulaciones producen una irritación en la percepción, identificándose según su forma, función o uso. Para Araya, estos objetos ahora son un puente entre materia y forma que, mediante sistemas extraños de referencia, cadenas absurdas de asociación, manipulaciones y sistemas de ordenamiento, acceden a lecturas ampliadas que subsisten de manera paralela en ellos. Es así como, botellas de agua mineral, sistemas de transporte, compactación y preservación de alimentos, son materiales e índices con las cuales optimizamos el espacio y la vida material.

Paralelamente, en otra sala, se presentaba el video de Alejandra Prieto: La Reforma Inconclusa, video HD 11’44”, 2011. La Reforma Inconclusa es la primera parte de un registro audiovisual realizado en una finca de la zona central de Chile. Esta finca de más de 150 años ha sido modificada según los sistemas socio-económicos impuestos por los diferentes períodos políticos del país. Uno de estos fue la Reforma Agraria impulsada por los presidentes Eduardo Frei Montalva (1964-1970) y Salvador Allende Gossens (1970-1973); y que consistía en un sistema de división de las tierras proyectando una distribución más equitativa de las mismas. Los arboles frutales en sus diferentes etapas de crecimiento, los muebles señoriales del comedor o el silo en desuso, junto al paso del tiempo no lineal entre una estación a otra (verano e invierno), son los elementos anacrónicos por donde deambulan un grupo de niños (nietos de los dueños y trabajadores del lugar). Sus juegos y acciones contrastan con el carácter extemporáneo del contexto. Las edades similares de los protagonistas y las actividades grupales que realizan los homogeneizan. Sin embargo, son pequeños detalles los que dejan entrever una cierta jerarquía social que, con el paso de tiempo se hará más evidente, replicando -casi como un ciclo natural- las estructuras sociales que se mantienen sin mayor movilidad en Chile y en casi toda Latinoamerica.

Por otro lado, Nicolás Rupcich presentó Imagen Exportable (Portada de Antofagasta y Torres del Paine, Chile) 2 Canales Video HD, 2′, 2012. En este video díptico dialogan las imágenes de dos íconos geográficos de Chile: “La Portada de Antofagasta” por el norte y “Las Torres del Paine” en el extremo sur del país. La imagen de estos hitos ha sido intervenida y manipulada digitalmente, creando nubosidad que dificulta la visión nítida de estos símbolos del patrimonio natural de este país. De esta manera, la intervención de estas imágenes busca un resultado opuesto a la extrema definición de las postales tradicionales, por lo que no solo se plantea una crítica a la imagen idealizada que exporta esta nación, sino también una reflexión acerca las aplicaciones digitales de producción de imágenes.

Además, Nicolás Rupcich presentó Imagen Exportable (Gran Torre Santiago, Santiago de Chile) Fotografía Digital 1,35 x 90 cms, 2012. En ella queda claro que el progreso y el desarrollo económico de Chile han generado hitos arquitectónicos reconocibles en distintas ciudades del país. Como es el caso de la Torre Costanera Center en la ciudad de Santiago. Este edificio que consta con 300 metros de altura (la torre mas alta de Latinoamérica en la actualidad) ha desconfigurado la forma de los espacios para la construcción, que cada día reafirman realidades ajenas al hábitat de nuestras ciudades. Con esta fotografía, tomada desde un helicóptero, este símbolo arquitectónico no solo confirma progreso, sino también esa especulación inmobiliaria que cada ves es más invasiva en este país.